Fotograma: La Sexta

¿Imán en las vacunas? Aunque todo el mundo está deseando volver a la normalidad e intentar dejar a un lado la triste situación que ha provocado la Covid-19, ahora que llega el momento de vacunarnos y empezar a poner fin a dicha situación… No paramos de ver en las redes sociales múltiples bulos como que en realidad nos inyectan un microchip.

Miles de vídeos se han vuelto virales en las redes sociales en los que objetos metálicos como cucharas o tenedores se quedan pegados al brazo en el que han recibido la vacuna.

 

¿Pero cuál es el verdadero problema de los bulos?

Que no todo el mundo se toma estos vídeos como una broma, hay personas que realmente sienten miedo de ello, y por vídeos como estos, mucha gente es reacia a vacuna.

Por eso mismo, vamos a leer los 4 motivos que demuestran que nada de eso es cierto.

 

NO TIENEN METALES PESADOS NI IMÁN

Las fichas técnicas se pueden consultar de forma pública,  y en ellas no figura ningún tipo de metal pesado o imán. Según la divulgadora científica Marián García, conocida como Boticaria García, lo único que puede referirse son sales de aluminio, y en un porcentaje menor de lo que se encuentra por ejemplo en la leche.

Según la divulgadora, un gramo de metal no cabría en una dosis tan pequeña como la que se inocula con la vacuna contra el Covid-19, además, debería de ser un metal sólido, porque sino de distribuiría por el cuerpo. Tendría que ser «una especie de implante sólido para que se produjera el efecto imantado».

 

 ¿ENTONCES POR QUÉ SE PEGA?

Por la propia grasa y el sudor del cuerpo. En piel seca será mucho más difícil que se quede pegada la cuchara. Además, si aumenta la humedad más poder de adhesión habrá. Además de lo que se ve en los vídeos, se quedarían pegados muchos más objetos (plásticos, papeles…). ¿Quién no ha jugado de niño a esto?

¿CÓMO SABERLO?

Hay un truco muy fácil y rápido para desmentir este bulo: el talco. Es decir, que podemos salir de dudas cogiendo un metal y un imán y embadurnando ambos de polvo de talco, a ver qué pasa al unirlos. Algo muy sencillo, que a pesar de estar repletas de polvo de talco, ambas piezas se unirán y acabarán pegadas entre sí. Y después de esto, embadurnamos de polvos de talco el brazo y cualquier objeto metálico con el que queramos hacer el experimento. Ahí veremos que ya no hay atracción alguna, es decir, que no se pega; pues el talco al absorber la humedad favorece la adhesión.