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La famosa modelo y actriz Laura Sánchez ha decidido entrar en los 40 por la puerta grande, ¡y qué mejor forma que con un cambio de look totalmente radical! A pesar de que a las personas de su entorno no les hacía mucha gracia esto, ella estaba decidida a ello y acabó poniéndose el pelo blanco. «Quiero reivindicar las canas. No la podemos asociar a la vejez. Hay que cambiar esa visión social: si tienes una buena piel, buena actitud y te sientes joven, el pelo blanco puede ser un plus´´.

Es más, ella asegura que es una forma de disfrutar su pelo natural y olvidarse de las complicaciones: «Llevaba tiempo dándole vueltas. Tengo muchas canas. El ochenta por ciento de mi pelo es blanco y no quería ser una esclava de la peluquería´´. Ella es de las pocas personas que podemos decir que no le tiene miedo a la edad y está tan segura de sí misma, como de sus experiencias, pues a pesar de lo joven que es aún, ella afirma que ya lo ha vivido prácticamente todo.

 

 Vivir con diabetes

A su cambio de look indicaba en una entrevista a la revista «¡Hola!» que se acababa de enterar de que era diabética. Lo descubrió hace ahora tres meses por una analítica realizada por una revisión. Indicaba de forma muy natural que «su páncreas no llega ni a la mitad de su capacidad, por eso tiene que ir toda la neverita a todas partes con al insulina».

Pero afortunadamente, su vida no ha cambiado en nada más, dice Laura Sánchez: «ahora llevo un medidor en el brazo que me dice en el móvil el nivel de glucosa y llevo azúcar a todas partes, pero por lo demás todo sigue igual», destaca.

 

La aparición de esta enfermedad crónica piensa que ha sido por «la situación emocional tan complicada a la que ha sido sometida». Y se refiere con esto a la relación con su hija: «no he vivido la infancia de mi hija como me gustaría y cuando me relajara, sabía que mi cuerpo iba a responder con algo así».

Laura Sánchez y la ayuda psicológica

El padre de su hija, Aitor Ocio, decidió que Laura tenía una vida profesional muy ocupada como para cuidar de su hija. Esto ha echo que la actriz esté luchando desde que su hija cumplió dos años, hasta ahora que tiene catorce, por la custodia de su hija, y a día de hoy sigue igual. «No se debe separar a un padre o madre de su hija, he necesitado ayuda psicológica durante muchos años y he llorado mucho».

Por eso, afirma que «se ve reflejada en el testimonio de Rocío Carrasco» y que si «ella contara todo lo que ha vivido, sería una trilogía de terror, pero no le interesa a nadie».